lunes, 4 de noviembre de 2013

Ocurro del pre final



tengo un hilo atado desde hace muchos años
un hilo en el dedo chiquito del pie,
que sube por los gemelos, atrás de la rodilla
me ata las dos piernas, me cierra el género.
Envuelve la cintura, sostiene el cuerpo partido
entre el recuerdo y lo que pienso. 

Me envuelve el seno izquierdo,
no se atreve en el corazón, no se atreve.
Ata mi mano izquierda a mi omóplato derecho,
me deja vencida, anudada, me sigue por el cuello.

Una última compasión, no me estruja,
me deja respirar apenas, entonces todo se nubla
todo lo que fue antes y deja paso a lo que no se.

Y que suerte, porque puedo dejar las flores
en la falda de un cerro, ni llorar por el camino
y regresar por lo andado para ver
que ya hay naranjos en el árbol y recién amanece
y es todo rosa joven y amarillos sanguíneos.

Aún asi, hay una sangre corrida en un dedo chiquito
me recuerda lo apretado que está el hilo,
me pide que afloje, y no quiero,
ya falta poquito, le digo...

viernes, 10 de mayo de 2013

ROJO



Permitir que duelan pasados
pesados, transformados
no cerrados...
Por la forma en la que
los presentes actúan.
Parecen pisados aquellos, 
aquellos pasados pisados.
Se siguen relamiendo, vuelven
remueven lo viejo
sin nuevos visados, 
besados antiguos...
Parecen guisados, gastados, rotos.
Pero pesan... 
Permitís que duelan 
cuando vuelven pasados,
pesados pasados pisados

   Ocurro 10 - 5 - 13

viernes, 18 de enero de 2013

Abruma

las cosas que la envuelven
que rodean la garganta que suplica
que paralizan las manos que hacen
que traban los pies que caminan
que tapan las otras cosas
que sacan las cosas nuevas
las cosas que se juntan
que pesan pero no duelen,
las cosas que disparan
y a discreción comentan
miles de momentos posibles,
las cosas que rebalsan
del canasto de los brazos
las cosas que no dejan
jugar con otros niños,
las cosas que olvidan
los cariños, los afectos,
las cosas que no sueltan
ni los ricos ni los buenos
ni los pobres ni los santos,
pero por si las moscas guardemos,
quizá dentro de unos años
podamos encontrarle un lugar
a esas cosas que hoy no tienen
ni un rincón propio ni en el alma
ni en la casa ni en la plaza, pero
mientras tanto nos envuelven
nos ahogan, nos tapan, nos traban,
nos dejan secos, nos sacan la cabeza
y la ponen en un lugar imaginario
a veces bueno, a veces lejos
de los momentos posibles,
de otros brazos, de los afectos
de los años que pasan
mientras juntamos cosas
que quizás guardemos, por si las moscas ...

                                                                 
Lucia Larios